¿Cómo motivar a los niños con TDAH?


Lo normal es que un niño siempre tenga ganas de aprender cosas nuevas, investigar, saber, conocer… Pero la motivación es algo que hay que estimular constantemente pues puede desaparecer rápidamente sino abordamos las cosas de la manera adecuada. Cuando nos enfrentamos a niños con TDAH la tarea se vuelve aún más difícil. La motivación en los niños con TDAH suele interrumpirse por varias razones, una de ellas es la frustración que sienten ante los errores derivados de los síntomas de su propio trastorno. Además la motivación en los niños con TDAH funciona diferente a la de otros niños, es más inmediata y no funcionan con objetivos a largo plazo, este hecho es difícil de entender por parte de los demás, lo que hace más difícil esa adaptación del niño con TDAH y que se mantenga su motivación.


Motivando el aprendizaje en el niño con TDAH:
Desde casa es importante intentar motivar al niño, despertar su gusto por los estudios y por cada materia, descubrir cómo puede abordar mejor cada tarea para evitar los errores y por tanto la frustración. Estimular a un niño a que siga aprendiendo es complicado, se unen muchos factores en nuestra contra, pero en el caso de los niños con TDAH este es el factor determinante a la hora de desmotivar al niño.
 Para evitar la desmotivación es importante:
Crear hábitos de estudio.
¿Cómo? La mejor forma de conseguirlo es realizar un plan de estudio diario. El niño debería tener su zona de estudio, es decir, estudiar siempre en el mismo lugar; pero además debería estudiar también siempre a la misma hora. Es importante también que el lugar de estudio sea adecuado, libre de distracciones, un lugar tranquilo, donde tenga todo ordenado y a mano, con la iluminación adecuada…
¿Qué ocurre si no tiene tarea?
Si no tiene tarea o estamos en vacaciones y no tiene nada que hacer es conveniente seguir las rutinas, de esta forma deberíamos programar actividades para que pueda realizar como tarea, leer un libro, que haga alguna actividad de libros de pasatiempos como laberintos, busca las diferencias, sopa de letras (estas actividades estimulan enormemente su atención), o cualquier otra tarea relacionada con las asignaturas que tenga y que nosotros hayamos programado de antemano. Todo esto favorece la rutina establecida, evitando que se pierda y dando una continuidad en el tiempo.
Podemos hacer una lista de actividades del niño
Las que realiza cada día, anotando el tiempo que tarda en cada una. Esto nos ayudará a la hora de planificar tareas y tiempo de trabajo, para planificar y coordinar ambos. Tener en cuenta lo que le gusta y lo que no y lo que se le da mejor. Por ejemplo, según el caso, puede ser conveniente empezar por lo más difícil para aprovechar que está al máximo de su energía, dejando para el final las cosas más fáciles y las que más le motivan; ¿Por qué? Porque le será más leve realizarlas en ese momento en que ya está más cansado, además las tareas que le motivan, que le gustan, las hará prácticamente sin pedírselas.    El horario se modificará según las necesidades del niño y procurando conseguir estabilidad en él. Siempre estar atento a cómo funcionan las cosas, para ello podemos llevar un registro de cómo actúa en cada momento, esto nos puede dar pistas acerca de lo que va mal y lo que va bien. Por ejemplo, aunque para aprovechar las energías es conveniente comenzar por lo más difícil o costoso para el niño, hay ocasiones en que esto no es lo más adecuado. Sí las dificultades del niño son muy extremas pueden llevarle a muchos errores y con ello a la frustración, esto terminará con sus ganas de trabajar de repente.
Buscar sus talentos.
Estimular sus habilidades naturales e intereses, buscar aquello que se le da bien y potenciarlo con cursos, por ejemplo. Eso sí, no debemos sobrecargarlo, de manera que debemos tener cuidado con la cantidad de tareas que realiza en el día o la semana. Recuerde que estos niños tienen un tiempo corto de concentración así que no es conveniente involucrarlo en tareas que necesiten de mucha atención o de periodos largos de trabajo, esto le hará cometer más errores y le llevará a más frustración. El objetivo es conseguir el éxito.
El profesor y la escuela.
Es importante mantener el contacto y la comunicación con los profesores para conseguir un desarrollo académico bueno. Nos permitirá saber cuál es la evolución del niño y los problemas que surgen, conocer los problemas nos llevará a buscar soluciones.
Antes de comenzar el curso el profesor debe conocer la situación del niño, de manera que habrá que explicarle sus características particulares y asegurarnos de que saben que es el TDAH y cómo tratarlo, pero sobre todo, asegurarnos que estén dispuestos a comprometerse a adecuar su enseñanza a este trastorno. No se trata de tratarlos como algo diferente sino de ayudarlos en sus peculiaridades como se merecen.
 Aunque pueda resultar difícil es importante intentar empatizar con el profesor, esto lo podemos conseguir mostrándonos comprensivos y colaboradores. Solicitar notas del progreso diario o semanal nos ayudará a comprobar que está pasando, asimismo podemos comunicarle al profesor la evolución en casa.Si se utiliza un sistema de puntos en clase se puede coordinar con el profesor este plan de motivación para continuarlo en casa o al revés.
Sea como sea, realizar las tareas que se mandan para casa, ayudar al niño y asegurarnos de que se terminan. Comprobar que no es demasiado trabajo para el niño, si el niño necesita emplear demasiado tiempo en la tarea, hable con el profesor para que no mande tanta. Recuerde también que la tarea de casa es de casa y la del colegio del colegio, no suele ser aconsejable llevar lo que no se termina en clase para casa, esta es tarea del colegio y el profesor, y si se lleva para casa sobrecargará al niño.
Deporte
El deporte beneficia enormemente a los niños con TDAH, les alivia de tensión y de su continua necesidad de movimiento. Deportes adecuados para estos niños son por ejemplo la natación, el tenis, lucha libre, artes marciales; esto es así porque les es más fácil concentrarse ya que mantienen una relación más directa con el monitor y además también les permite trabajar en grupo, fomentando así las relaciones sociales.
Las relaciones sociales.
Los niños con TDAH tienen problemas para relacionarse con los demás porque los síntomas del trastorno provocan el rechazo en muchos de sus amigos y también en los adultos que los rodean. ¿Qué podemos hacer para ayudar al niño? Lo primero es que observe al niño mientras juega, esto le ayudará a saber que hace bien y que hace mal, sobre todo fijarse cuáles son los fallos en su conducta social. Con esta información le será más fácil saber qué hacer y cómo actuar o aconsejar a su hijo para abordar las relaciones sociales. Los niños suelen sentirse mal cuando le abordan en público para llamarle la atención o algo parecido, para evitar esto y el posible rechazo ante sus llamadas o sus consejos, puede acordar con el niño una serie de señales, gestos, miradas… que le ayuden a saber cuando están actuando correctamente.
 Involucre al niño en actividades de grupo
Como clases de teatro, danza, deporte… necesita estar con otros niños para aprender a relacionarse. Si cree que puedan haber problemas porque ya se le conoce o se ha formado a su alrededor cierta reputación, llévelo a otro barrio o sitio donde no le conozcan.
 Nosotros somos sus modelos en todo
Si los padres controlan su temperamento ellos aprenderán a controlarlo. Así que no hay nada mejor que predicar con el ejemplo. Estudiemos nuestras reacciones y analicemos que está bien y que está mal, y tomemos cartas en el asunto.
 No es malo que se relacione con niños más pequeños o más grandes, así que no se lo prohibamos. La relación con estos niños puede ser beneficiosa para él, con los pequeños se sentirá, tal vez, más competente o incluso puede optar por el papel de cuidador. Esta habilidad y la aceptación de los más pequeños le puede venir bien, más aún cuando no tiene esa aceptación por parte de sus iguales. El niño necesita aceptación, conseguirla redundará positivamente en su autoestima.
Las cosas paso a paso
Hay que ser realista y ajustarse a las posibilidades del niño, no podemos pedirle cosas que no será capaz de hacer. Poco a poco y paso a paso, elogiando cada paso conseguido. Conseguir las cosas, el éxito, infla la autoestima.
Evitemos
Juegos, deportes u otras situaciones que supongan competición, recordemos que tiene una serie de dificultades que pueden provocar en el mayor número de fracasos, así que no es conveniente buscar actividades en las que tenga más probabilidad de fracasar al compararse con los demás que tienen más y mejores habilidades. Lo que no quiere decir que no pueda llegar a competir y ganar en algo, simplemente que debemos ser cuidadosos con aquello a lo que lo exponemos.
Elijamos bien cuando enseñarle o cuando emprender cambios.
No es conveniente intentar ciertas modificaciones cuando estamos muy estresados o atareados, así que debemos elegir un momento en que podamos estar tranquilos y receptivos y estar al 100% con y por el niño. Tampoco vale dejarlo todo para mañana, simplemente debemos planificarnos. Elegir que podemos abordar y que no, cuando y como.
 El tiempo juntos.
Cómo cualquier otro niño necesita pasar tiempo con sus padres, el tiempo compartido nos ayuda a compenetrarnos, a conocernos mejor, a relajarnos; a fin de cuentas a vivir y convivir en familia. Estas situaciones le harán saber que es importante, que cuenta haga lo que haga, simplemente por ser quien es y esto reforzará su autoestima.
De Beatríz Serrano

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