El Síndrome del Pensamiento Acelerado (SPA). Exceso de estímulos, ansiedad, hiperactividad...

La televisión muestra más de sesenta personajes por hora con las características más variadas de personalidad: policías irreverentes, ladrones intrépidos, personas divertidas...
Esas imágenes quedan registradas en la memoria y compiten con la imagen de padres y maestros.

Los resultados inconscientes de eso son graves

Los educadores pierden la capacidad de influir en el mundo psíquico de los jóvenes. Sus gestos y palabras no tienen impacto emociona y, en consecuencia, no merecen un registro privilegiado capaz de producir millares de otras emociones y pensamientos que estimulen el desarrollo de la inteligencia. Frecuentemente, los educadores necesitan elevar la voz para obtener un mínimo de atención.

La mayor consecuencia del exceso de estímulos de la televisión es que contribuye a generar el Síndrome del Pensamiento Acelerado, SPA.

Nunca deberíamos habernos metido con la caja negra de la inteligencia, que es la construcción de pensamientos, pero, lamentablemente, lo hicimos.

La velocidad de los pensamientos no debería ser aumentada constantemente, pues, de suceder eso, tendría lugar una disminución de la concentración y un aumento de la ansiedad. Sin embargo, es exactamente eso lo que está sucediendo con los jóvenes.

La ansiedad del SPA genera compulsión por nuevos estímulos en un intento de aliviarlo. Si bien menos intenso, el principio es el mismo que tiene  lugar con la dependencia psicológica de las drogas. Los usuarios de drogas usan siempre nuevas dosis para intentar aliviar la ansiedad generada por la dependencia. Cuanta más utilizan, más dependientes se vuelven.

Los niños que sufren SPA adquieren una dependencia por nuevos estímulos. Se agitan en sus asientos, mantienen conversaciones paralelas, no se concentran, molestan a los compañeros.
Estos comportamientos son intentos de aliviar la ansiedad generada por el SPA.

La educación está fallando, la violencia y la alienación social han aumentado, porque, sin darnos cuenta, cometimos un crimen contra la mente de los niños y adolescentes.

Tengo la convicción científica de que la velocidad de los pensamientos de los jóvenes de hace un siglo era mucho mejor que la actual y, por eso, el modelo de educación del pasado, aunque no era el ideal, funcionaba.

Necesitamos un nuevo modelo de educación.


Fuente: Cury, Augusto. Padres brillantes, maestros fascinantes. Planeta. 2007. Pp 73-74.

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